Dicen que nunca hay que explicar la obra de arte, que una obra no necesita explicación, que se tiene
que ver más alla de los ojos.
Más allá supongo que es donde uno ni siquiera conoce.
De esto se trata.
Había un espíritu despierto, que se percibía a sí mismo, y hubo algún momento, aun los hay, en que
se abría el sentido de la obra de par en par, o quizás fuera el sentido de la vida misma. El sentido
maravilloso que el arte da a la vida.
La técnica goyesca, el agua tinta, confiere al grabado un aspecto de atemporalidad.
La geometría ordena, construye y juega.
Lo maravilloso en el arte es su infinita posibilidad y esta conexión misteriosa con la psique.